Esperábamos con verdadera fruición la primera boda de postín del año como
se espera la flor del cerezo en los días de Invierno, o en Sevilla el olor a
azahar al llegar estas fechas.
El problema de las "bodas en la intimidad" cuando la
cita tiene un cierto interés social, es que las fotos "robadas" ni suelen ser buen reflejo
de la realidad, ni los protagonistas muestran esa actitud relajada y alegre
propia de estos acontecimientos.
A juzgar por lo poco que hemos podido ver de esta novia, podemos decir que los pendientes de corte clásico
con un elemento circular de brillantes y otro en forma de pera colgando (quizá
con un esplendido diamante de gran tamaño) pudieran haber estado bien escogidos para este
escote subido a la base del cuello, pero puestos a especular sobre lo
que estas fotos nos enseñan, quizá ese esbelto y espectacular cuello de Beatriz hubiera requerido un semi recogido
que lo adornara y que enmarcara adecuadamente el conjunto de cara y pendientes.
Las novias siempre están guapas, Beatriz además lo es, pero el objeto de este blog es intentar dar las pautas para que como protagonistas estén perfectas. En este sentido debeis de tener en cuenta que e
l entorno facial: forma
de la cara, pelo, pendientes y escote, es una unidad tan importante como lo es
el vestido en si mismo, pero mucho más difícil de ejecutar.
En el caso de Beatriz (como en otros que ya hemos visto en este blog) debió ser rehén de una imposición, quizá por tradición familiar quizá
por cerrazón del estilista, del "pedazo broche" en el velo. Me explico.
El esplendido broche de brillantes que lucía Beatriz para sujetar el velo,
me temo que la condicionó en exceso, tanto a la hora de
elejir el peinado, como por el excesivo protagonismo que robó a la novia mientras lo mantuvo puesto. Y todo por esta moda de llevar a misa al lepidóptero...
Puedo imaginar la escena de "tía Carmen" saludando a Beatriz:
"Niiiiiña,
enhorabuena estas guapísima. Ven date la vuelta que te vea el broche de
brillantes".
Beatriz, entre la tortícolis de tanto girarse y la congoja de que pudiera
"volar" el mariposón, debió de pasar un mal rato hasta poder librarse de tan fausto insecto.
Lo he comentado en varias ocasiones y diferentes circunstancias:
Las joyas
no pueden ser protagonistas sobre la mujer. El objeto de las joyas es adornar,
dar brillo y embellecer a la mujer y nunca al revés.
En fin que me hubiera encantado ver a la novia, su vestido, y a seguro la forma graciosa de lucir esos hermosos pendientes, pero... me quedo con el lepidóptero que es espectacular...
Invitados y Joyas
Poco o casi nada puedo comentar, porque poco o casi nada nos han dejado ver los protagonistas, y entre lo poco solo voy destacar lo mejorcito que se pudo ver.
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Maria Garcia de la Rasilla |
Maria Garcia de la Rasilla, primero por el color azul que tanto me gusta en una joven cuando está tan bien llevado, y segundo por lo acertado de sus pendientes: por largos, voluminosos y modernos en contrapunto al siempre sobrio y esplendido color azul y a su melena al viento. ¡Xaxi Rasilla!
Entre las un poco más maduritas (que a menudo no saben destacar)
Fiona Ferrer es una excepción dispuesta a ofrecer su magisterio.
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Fiona Ferrer |
La elegancia (que es belleza) no requiere de alardes, y Fiona fue un un buen ejemplo.
Ha sido una lástima no poder disfrutar der un buen reportaje posado de protagonistas y
actores. Me quedo con las ganas de haber gozado del esplendido repertorio
de joyas que a seguro se vieron en los jardines de Nadales esa tarde, y de deleitarme con la belleza de la novia, pero a falta
de hablar de joyas estoy en un sin vivir porque alguien me cuente los auténticos
chismorreos de la boda:
¿Sabéis alguno si el Principe le bailo el charlestón a la Princesa?
¿Finalmente la Sartorius dejor ver algo más de su esplendido escote?.
A juzgar por el careto de algunos ¿Cómo fue la que se monto entre
los invitados al ser acosados por los otros lepidópteros de esa tarde malagueña (los paparazis)?
La verdad, debió de ser una boda bien divertida...
y si no ¡pa questan las
bodas!
¡Sed Buenos!
PD. Para mis denostados amigos los paparazis que hacían su trabajo esa tarde, un reconocido y afectuoso saludo.