viernes, 9 de diciembre de 2011

Cristina Tarrega.

Cristina Tarrega con aros de brillantes
Conocí a Cristina hace unos años y tuve la oportunidad de compartir unas cuantas cenas con ella y Mami durante un tiempo. Si no la hubiera vuelto a ver desde entonces negaría categóricamente que se trate de la misma mujer.

La trasformación de la Tarrega ha sido asombrosa. Puedo intuir que es tan asombrosa como camaleónica, y lo digo porque pocas cosas han cambiado en la Tarrega desde que la conocí para darse esta trasformación tan radical, y tratándose de una profesional de los flashes y de las cámaras como nuestra invitada de hoy se entendería bien un ligero ajuste para el guión de turno.

Bien, la primera foto de este reportaje me ha cautivado poderosamente: Seria, serena, madura, inquisidora, bella, perfecta, poderosa... Quizá no sea la mejor foto ni la que más joyas aporte para comentar, pero son las joyas precisas.
El exceso o la ausencia de joyas son tan inconvenientes uno como otro. Denotan mal gusto el uno y ausencia de él el otro. En Esta foto sus aros de brillantes, muy grandes, a la moda, le dan el toque moderno, desenfadado, joven, lujoso y cuidado.

A lo grande, a lo Rita.

Cristina Tarrega con pendiente largo de aguamarina y brillnates
Está claro que la Tarrega (aquí es muy ella) sabe interpretar sus papeles, como está claro también que sabe de joyas y tiene criterio para elegirlas. Estamos cansados de ver monísimas modelos, esplendidos trajes y fastuosos reportajes en las que mujer y joyas son un pastiche insufrible. No es el caso de hoy.

En esta foto CT elige unos pendientes largos, de brillantes y... aguamarinas (parecen). Analicemos la situación de estos pendientes: Mujer +40, melena suelta rubia, cuello normal, escena elegante, vestido color púrpura muy largo, muy liso y con algún pliegue ligero, escote alto, taconazo, ¿18cm?

Vamos allá: La elección de un pendiente de corte clásico: Gema en talla pera orlada de brillantes, es acertada para la edad y la escena que representa. Inducen sobre la persona que los lleva: calma de espíritu, seguridad en sí misma, solidez.

 

Las aguamarinas al igual que las esmeraldas favorecen de forma especial a las rubias. En esta ocasión por el color del vestido el verde estaba descartado. El tono pastel del aguamarina complementa con el pùrpura del vestido, realza y da color al tono cálido pero monocromático del maquillaje en el que solo contrasta el negro de los ojos.

Resumen: Los pendientes la favorecen la complementan y dicen mucho de esta mujer.
¡Son perfectos!

¿Podría llevar más joyas? Francamente pocas más, las joyas nunca pueden ponerse de forma recargada, deben complementarse para que la joya sea la mujer.

Pero analicemos el elegantísimo vestido de Elie Saab: Vestido largo bastante liso y con unos lujosos pliegues que conforman, de forma elegante y sensual,  las voluptuosas líneas de la mujer. Hombros al aire y brazos completamente descubiertos. El largo hasta los pies esta rematado por una interminable abertura  que casi alcanza la cadera y que permite exhibir unas largas piernas en toda su sensualidad y elegancia montadas sobre un tacon de 20cm. Una joya de conjunto.

Nada era necesario adornar, nada que complementar, nada que engalanar, nada que enriquecer. ¡Casi Perfecto!

 ¿Qué falto?  Para esta mujer perfecta en una noche de gala solo le faltó adornar adecuadamente esos brazos. Por un lado en la muñeca izquierda un elegante reloj de mujer montado con diamantes y correa de raso a tono del vestido, y en la derecha una pulsera. Aquí se nos abririan dos posibilidades diametralmente opuestas; Por un lado la opción de una fastuosa y deslumbrante pulsera ancha cuajada de diamantes que completara y diera vida a esos brazos largos. Pero tambien todo lo contrario: una elegante y discreta riviere de oro blanco a juego con la discreta elegancia de los pendientes.

¿De que dependería una pulsera u otra? en gran medida como hemos comentado en otras entradas del estado de animo de ese día, lo que se carga todo el conjunto es una  “modernez” en oro amarillo para pretender justificar el color oro de los zapatos.

 El reportaje es fantástico. La mano de la Abascal se ve por todas partes. El maquillaje esplendido, La ropa exquisita, las joyas buenas y acertadas, la Tarrega se sale.

La siguiente foto es igualmente una maravilla de elegancia y buen gusto. El collar de brillantes y probablemente turmalinas rosas (mejor pensar que son turmalinas a amatistas) es perfecto en empaque, volumen y colorido para el elegante palabra de honor de Oscar de la Renta en lentejuelas negras y fondo azul.

Cristina Tarrega con collar de brillantes y piedra de color
A ver si nos enteramos: No se puede llevar un palabra de honor sin un collar así. El palabra de honor es para enseñar el pecho, no las pechugas y el pecho esta para lucir los collares no unas huesudas clavículas.
He recortado las manos para omitir comentar la combinación de pulseras tan desacertada. Los joyeros se empeñan en cargar a las modelos y algunas mujeres en cargarse de joyas como la Macarena y esto es patético. 

Vamos con los pendientes: Son excesivos. Para que tanta opulencia, ¡destrozan la armonia! restan importancia al collar y recargan en exceso.
Cortos o ligeramente colgando hubieran sido perfectos para esta ocasión, pero nuevamente el diseñador consideró que con este collar lo suyo era tirar la casa por la ventana... ¡Pues estoy muy en desacuerdo!


Cristina Tarrega con pulsera floral de oro y brillantes

La última foto de este reportaje supuso todo un desperdicio para el admirado mundo de los escotes glamurosos pero... en cualquier caso la Tarrega (si es que era ella) estaba como una maciza veinteañera...

¡Sed Buenos!

2 comentarios:

  1. Lo mejor es que nunca vuelva a esta tierra andaluza. Hay mujeres que tienen muco mas que ofrecer y con mas calidad humana que la Señorita Cristina Tqarrega

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