sábado, 14 de mayo de 2011

La Princesa Leticia

¿Cómo iba la princesa Leticia?

Pues naturalmente ajustándose al protocolo dictado por Buckingham.
(como no podía ser de otra manera, ya conocéis mi teoría sobre la “Boda Disney”)

“Es voluntad de su graciosa Majestad la Reina Isabel II de Inglaterra, que todos los invitados guarden, en la medida de los posible, la más prudente discreccion en cuanto a los simbolos de riqueza y ostentación, y muy especialmente en lo relativo a las joyas a lucir el día de la boda de su nieto Guillermo”

La noche de la fiesta de los invitados, Leticia escogió unos pendientes larguitos, imprescindibles  con un escote “palabra de honor” como el que llevaba.

Princesa Leticia

¿Y como iba?
Pues bien...
El vestido me pareció impresionante, entre los mejores. Leticia estaba guapa, pero… que pena no haber rematado una buena imagen con las joyas adecuadas. Me explico.

Con un escote palabra de honor el collar es casi imprescindible, si además el pelo va recogido, es necesario, y si se trata de una princesa en una fiesta de noche de boda, incuestionable.

Las joyas son en primer lugar; objetos bellos en sí mismos. Además han sido y siguen siendo símbolos sociales, y por último son complementos en el adorno de toda mujer.

Como complemento, las joyas engalanan, iluminan, embellecen, distinguen, y por supuesto hablan de cada mujer. Pero además, tambien sirven para enmascarar pequeños o grandes defectos que enturbian una imagen perfecta.

El collar era imprescindible en esta princesa en una gran noche de fiesta. Pero bueno; el protocolo y la dichosa “moda” de no llevar “nada”, podrían haber justificado su ausencia, si hubiera optado por los pendientes de brillantes adecuados.

Los pendientes de brillantes.
En el caso de Leticia y puestos a no llevar collar (para congraciarse con la voluntad de su “graciosa Majestad”), mi consejo hubiera sido el de unos pendientes, tambien de brillantes, pero mucho más largos, con más movilidad, más frescos, más juveniles, más alegres, más de fiesta, más atrevidos, más rompedores, más poderosos, más personales, y sobre todo más favorecedores.

Las joyas adecuadas, además de trasmitir muchos de estos mensajes, hubieran distraído la atención sobre el conjunto pecho-espalda, que el escote palabra de honor ponía en evidencia.

Las joyas distinguen a la "top model", de la mujer.

Y el día de la boda....

Princesa Leticia

Bueno el día de la boda, Leticia iba guapa y elegante, pero sobre las joyas no puedo decir lo mismo.

Aunque la misiva de palacio fuera “cristalina”, en absoluto puedo compartir haberla llevado a este extremo.
La boda es el acto social de mayor relevancia en toda familia. Elegimos nuestras mejores galas, y estas, en función, naturalmente, de las circunstancias particulares de cada boda.
En ningún caso acudiríamos a una boda con los pendientes de cada lunes o cada martes, ni con los pendientes que llevaríamos con unos jeans. No lo haríamos, exactamente por el mismo motivo por el que no iríamos con unos jeans a una boda, por mucho que nos favorezcan los jeans.
Bien, pues este fué el caso de la princesa, pero, además… no le favorecían!

¡Sed buenos!


P.D. Me hubiera gestado dejar aquí el comentario, pero como es fácil criticar y no ofrecer alternativas voy a continuar.

El traje, a la base del cuello, sin escote y el sombrero calado, permitían tan solo unos pendientes cortos.
Bien, pero los pendientes cortos y de brillantes tendrían que haber sido más grandes. De los que van recogiendo el lóbulo de la oreja, (indicando el recatamiento y discreción solicitados) y con una bonita y hermosa perla colgando.
La perla es discreta y elegante, y ese ligero movimiento y el espacio que ocupa junto al cuello, le hubiera dado el toque de frescura y juventud que una mujer siempre debe buscar. Además hubieran rellenado perfectamente ese espacio vacío entre sombrero, cuello y escote.

1 comentario:

¡Tu opinión es muy importante!
Puedes expresarla libremente y ser crítico si quieres, pero no seas vulgar. Gracias.